Conservas El Capricho se encuentra en Santoña, villa de tradición marinera del norte de España. La mar es su medio, su inspiración. Es el elemento al que se enfrentan sus recios pescadores cada día para hacer llegar el pescado más fresco al consumidor.
Solo compran anchoa a barcos de bajura que utilizan la pesca de cerco, lo que reduce a la mínima expresión las capturas incidentales, y bonito a barcos que practican la pesca de anzuelo, un arte de pesca totalmente respetuoso con el resto de las especies.
Solo hay una forma de garantizar que cumplen su objetivo de calidad y excelencia: que todo el proceso se lleve a cabo en sus instalaciones. Es aquí donde reciben la pesca del día, donde la materia prima se trata con mimo artesanal.
En Conservas El Capricho, el proceso que siguen es tan riguroso y específico, tan difícil de enseñar, que nunca contratan personal de temporada. Y jamás se externaliza ninguna labor. La anchoa que entra por su puerta sale de ella solo cuando la han convertido en el manjar que está destinado a ser.